Mi odisea
Generalmente no hablo de las cosas que me suceden a lo largo de los días, pero esta vez tengo que hacer una excepción. Todo comenzó cuando quise volver a la estación Sur para marcharme a Santiago desde Madrid.
Me subí al metro con tiempo, iba tranquilo, cuando de repente el metro se para. Nos dicen por megafonía que "por problemas técnicos el metro se detendría entre 10 y 15 minutos". Vaya por Dios. Afortunadamente estábamos en Principe Pío, así que cambié el metro por un cercanías y llegué a tiempo.
Me subo al bus y por supuesto me toca junto a mi un tipo que no cabe en su asiento. Dejando eso a un lado, todo iba perfecto. El sueño se apoderaba de mi cuando paramos y cambiamos de conductor. Ahí comenzó la pesadilla. Al cabo de un rato comenta algo de un problema en una rueda. Resultó que la rueda iba perfectamente, pero no así algún manguito que, según el conductor, perdía gasoil sobre el motor. Esto provocaba un humo gris del que el conductor iba pendiente. Aún así no paramos.
Iba pendiente el conductor del humo y de todas las luces que se le encendieron en el cuadro. Los pitidos ya eran constantes. Tanto se distrajo que se equivocó de camino. La ruta era Ferrol-Coruña-Santiago y en Betanzos en lugar de ir hacia Coruña fue hacia Santiago.
Ahí se lió, porque la siguiente salida era Ordes. La gente se empezó a poner nerviosa y el pobre hombre acabó saliendo de la autopista ante el riesgo de que el autobús "explotase". Nos quedamos a unos 500 metros de la salida de Ordes y pedimos un autobús para retomar la marcha.
Tras una hora de espera en medio de la nada, el otro "coche" se pasó la salida de la autopista, así que volvimos todos en busca de donde nos esperaba el otro autobús. Solo se subieron los de Coruña, así los que íbamos a Compos nos ahorrabamos la hora y media de camino absurdo. El problema es que para nosotros no había otro autobús.
Al cabo de una hora de espera en una estación de servicio llegó un mecánico. Un mecánico vestido con una chupa de cuero. Tras hacer una ñapa durante media hora retomamos camino hacia Betanzos para poder dar la vuelta y encaminarnos hacia el Sur.
Llegamos a nuestro destino, no sin parar otra vez para volver a hacer otra ñapa, dos horas y media tarde. Nada más llegar nos dirigimos a la taquilla de Alsa y automáticamente nos devolvieron el valor del billete.
Como curiosidad: el conductor del autobús se llamaba Perfecto. Hay que joderse...
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