Mandones y mandados
Últimamente he conocido a mucha gente, pero este fin de semana me encontré con un caso curioso que me ha llevado al fin a retomar el blog: los mandones.
Para empezar he de decir que no es sólo culpa suya, pues los mandados tienen gran parte de culpa. Dicho esto, comencemos a rajar. En gerenal son personas egocéntricas, egoístas y caprichosas. Son los típicos que más te vale no tener de jefes. Suelen ir acompañados de una bellísima persona (rozando la subnormalidad) con una personalidad poco definida a la que amaestran cual mascota y que acata sin rechistar todas las órdenes que le da el mandón. Lo peor es que este súbdito le defiende y no ve más allá de su propia realidad subjetiva. ¿No se preguntará por qué TODO el mundo lo ve distinto? ¿O no tiene algún amigo suficientemente sincero como para decírselo?
En ocasiones el mandón actúa como si todo y todos fuésemos sus vasallos, pero cuando vas a decirle algo acabas discutiendo con su lacayo que le protege de toda conversación desgradable que pueda tener.
Personalmente me parece fatal, pero allá cada uno con su conciencia y su debilidad moral.
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