La RENFE
Es curioso que yo lo diga, más que nada por ese extraño concepto que tenéis la mayoría de mi, pero voy a criticar a los RENFEarios básicamente, por bordes.
Son unos desagradables, da igual con quien te encuentres y en que zona, da igual la cafetería de la estación, el que vende los billetes, el revisor o el de la cafetería de dentro del tren. Lo más agradable que te puedes encontrar en una estación de RENFE o en un tren, es una máquina autoventa de billetes o bebidas.
Dejando a un lado esas vías centralizadas en forma de tela de araña mal comunicada a no ser que seas de Madrid o vayas allí, no les digas que quieres ir a un sitio para que te busquen el modo. Tu llegas a la taquilla y les dices que quieres ir a cualquier pueblo perdido por ahí. Lo primero que te van a responder es que para ese sitio no hay tren directo y tampoco están dispuestos a ayudarte a encontrar el recorrido.
Pero son peores los revisores. Supongo que éstos tienen más disculpa, tienen que estar hasta las narices que de la gente le cuente historias extrañas por las que no tiene el billete, pero si no lo llevas que no te rompa la cabeza con tonterías. Yo no te cuento historietas a ti y tu no me echas la bronca a mi por no comprar el billete en la taquilla.
Y así uno tras otro cada uno de los currantes de RENFE (o Adif) son a cada uno más déspotas, pero me da igual, porque la próxima vez que me suelten una bordería me reiré de ellos y les ignoraré (eso sí, una vez que tenga mi billete).
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