Mi céntimo
Todo comenzó hace ya unos cuantos años cuando aún existían las
antiguas pesetas. Cada vez que comprabas cualquier cosa en un supermercado y tu cuenta acababa en 9 ó 4, siempre te ruineaban la peseta sobrante. Desde luego me cansé de decir eso de "¿me das mi peseta?".
Ya en 2001, con la llegada de los euros, esa mala costumbre se perdió, ya que te robaban 1´68 pesetas y ya empezaba a ser un poco descarado. Pero hoy, 8 años después, me ha sucedido lo mismo que en 2000. Tenía que pagar 4.89€, le di un billetazo de 10 y me devolvió 5.10. La conversación fue exactamente así:
-Perdona, me debes un céntimo.
-Ahora mismo te lo doy.
Pasaron unos 10 segundos y mientras lo arrojaba sobre la superficie donde van dejando la compra continuó:
-Ahí lo tienes.
Fui lo suficientemente educado como para callarme un "¿pero tú que te crees?¿qué puedes no darme mi dinero y además ser desagradable?". Son esos momentos en los que piensas que no vale la pena joder a alguien por muy gilipollas que sea por un sucio céntimo pidiendo el libro de reclamaciones, así que me guardé el céntimo y me fui a casa.
En realidad no lo pido por molestar (bueno, un poco sí). Lo pido porque me molesta que no me lo de. Jamás lo haría en una tienda de alimentación tipo mercado, porque aunque no te devuelvan el céntimo, siempre cobran de menos cuando te es desfavorable.
Estuve rosmando durante unos 5 minutos hasta que me empezó a hacer gracia, pero en realidad me molesta enormemente el detalle de este supermercado en cuestión, porque supongo que es una política de empresa el no exigir a l@s cajer@s devolver el céntimo de rigor.
Por cierto, el supermercado era el Gadis y la cajera seguramente se embolse unos 2€ al día a base de robar céntimos. Desde aquí os pido que jamás les regaléis vuestros céntimos porque son vuestros, en especial si pasan de dároslos.
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