Las evidencias
¿Realmente hay que decir las cosas evidentes para que (no) se hagan? Teníais razón, y me da que el fulano del post anterior va a dar mucho juego esta temporada del blog. Y es que ayer ya tuvimos nuestra primera "conversación con tono borde". Cuando volví a casa tuvimos la segunda. Eso sí, parece que las cosas vuelven a su cauce.
De todos modos, el susodicho fulano no entendió muy bien el carácter de mi repudio hacia sus acciones, porque en lugar de convertirse en una persona normal, decidió que lo mejor para estabilizar nuestras vidas era negociar. Propuso hacer las paces a cambio de limpiar la casa 2 semanas. ¿....? No tengo palabras para eso, me hubiese conformado con que hubiese sido una persona normal estas 2/3 semanas que llevamos conviviendo.
Pero claro, a raíz de su reacción negociadora por su miedo a las broncas me he planteado que lo puedo convertir en un esclavo. Le voy a dejar possits con notas del tipo "si no cocinas para mí te voy a reñir". Seguramente se sorprenda, pero puede que lo haga. De todos modos, intentaré llevar una vida normal, aunque no descarto seguir educándolo y prohibirle oler mal.
Ojalá os pudiera dar una muestra del olor, porque nadie es capaz de imaginarse una cosa como esa. Cuando volví ayer a casa, tras colocar un ambientador a su MAXIMA potencia, el individuo a domesticar había ganado la partida al ambientador y solo se notaba su pestilento olor. Se que creeis que soy un exagerado y que no puede ser para tanto, pero todo aquel que se ha acercado por mi casa ha deseado nacer sin el sentido del olfato. Os invito a comprobarlo (sí, en plan
zoo)
Etiquetas: fulanos, piso